No todo está perdido, soy muestra de ello

Carta de Ana Flores, graduada del Proyectos Cumbres I (1996)
PRIMERA HORA, sección Panoramas, 19 de agosto de 2009

Leí la carta de Teresa Irizarry Caro, madre de la joven Patricia, asesinada en el Viejo San Juan a finales de junio. Me conmueve que en un momento en el que ella enfrenta, quizás, el dolor más grande de su vida, tenga palabras de amor hacia el joven que asesinó a su hija. A la vez, alienta a los líderes del país a actuar por los jóvenes y reconoce que es responsabilidad de todos y todas hacer algo.

Crecí en un hogar con una madre soltera, inestable emocionalmente, y sin el apoyo de familiares. En un momento, fuimos a vivir a un residencial. Allí aprendí sobre la vida en comunidad y me llamaba la atención que los vecinos eran como una familia grande. Pero, también vi niños que dejaban la escuela a los 8 o 9 años, otros que andaban con armas y un ambiente de violencia que parecía normal. Soñaba con que el gobernador llegara y me rescatara. Yo no sabía mucho de política, sólo que era el deber de alguien cuidarnos.

Comencé a conocer “la calle”, cada vez me resultaba más atractiva. Nadie nos supervisaba. Hacíamos lo que queríamos. Dejé de ir a la escuela por un año, y al volver faltaba casi todos los días. Jamás pensé en la universidad, no escuchaba a nadie hablar de eso. Llegué a pensar que esas cosas eran para los ricos. Comencé a perder la esperanza de un futuro.

Llegó el Proyecto Cumbres, de la organización Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo. No llegó a rescatarme, sino a mirarme como igual, a crear una posibilidad de éxito para mí. Fui parte del primer Proyecto Cumbres a través del cual recibí apoyo académico y tuve una mentora que me ayudó en la etapa más difícil de mi vida: mi madre falleció cuando yo tenía 15 años. Mi mentora me acompañó en ése y otros momentos. Hoy, 14 años después, continuamos nuestra relación, somos familia.

arriésgate a ser la diferenciaSer parte de Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo me dio herramientas de vida para lograr las cosas que quiero. Herramientas para manejar mi adolescencia que se estaba puliendo en la calle, a riesgo de aprender a ver a los bichotes como la meta de cualquier mujer, contemplando la idea de depender del Gobierno, viendo los asesinatos como algo normal. En JPRR tuve la oportunidad de unirme a un grupo de líderes que hacen algo por el país y no se sientan a ver qué pasa. Pienso en otros jóvenes y me pregunto: ¿Llegará Cumbres a sus vidas? ¿A cuántos se les habrá hecho tarde? Algunos ya no sueñan, pero muchos otros sí.

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En Mayo de 2013, Ana completará su bachillerato en Pedagogía y pronto Puerto Rico tendrá el privilegio de tenerla como maestra en una de sus escuelas.

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